El ver reflejados en sus ojos todos sus sueños, junto con los miedos naturales avasallados por las ganas de llegar a cumplirlos fue un recordatorio y un refrendo del mío propio. Lo que es curioso es como ha ido evolucionando ese sueño y como hasta ahora, después de tantos años, comprendí lo que me decían en todos los ejercicios, talleres, entrenamientos y demás: un sueño por el que vale la pena luchar debe ser enorme y si no te asusta no es lo suficientemente grande.
Otra de las cosas que pude aprender a lo largo del tiempo fue que un verdadero sueño no es material; un verdadero no es una mansión con un auto deportivo en la puerta y otros tantos en el garage ni una cuenta bancaria con un saldo de mas de seis cifras; eso solo es el vehículo para alcanzar un verdadero sueño que rompa las barreras de lo material y verdaderamente trascienda.
Así de grandes fueron los sueños de personajes como Mandela, Gandhi o Martin Luther King, tan grandes como para cambiar el mundo que conocían solo por el hecho de ser mucho mas grandes que el hombre que los soñó. Y es que, al final, ellos fueron hombres comunes como tu y como yo, lo único que los hacía diferentes era que tenían la fe inquebrantable de iban a alcanzar su sueño y estaban dispuestos a pagar el precio por ellos. Una vez que obtienes éstas dos actitudes, comienzas a moverte como una aguja hacia un iman y esa misma fuerza atrae a mas y mas perosnas que se alineen con tu sueño, volviéndolo cada vez mas fácil y alcanzable.
Mi sueño más profundo es devolver la esperanza y la luz a la mirada de los niños que viven actualmente en situación de calle o vulnerable y darles las oportunidades que la vida les negó.
¿Cual es el tuyo?
Feliz #Dia7, #358togo
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