Mi favorita de siempre desde que mi madre me encargaba la honrosa tarea de poner la mesa y hacer el agua mientras que ella terminaba la comida porque hace el combo perfecto con la comida mexicana que tanto amo, formando esa combinación perfecta de colores y sabores que te alimentan no solo el cuerpo sino el alma.
Con esa agua soy capaz de remontarme a mi niñez... a la cocina de mi madre, preparando esas recetas heredadas a ella por mi abuela y transmitidas de boca a oído, tal cual debe hacerse con el conocimiento sagrado y ancestral; me recuerda los sabores de cada plato, llenos del amor tan grande por su familia que volcaba en el proceso de preparación y del orgullo que le da el saberse poseedora de ese don de saber instintivamente que ingredientes utilizar para ponerle el extra a lo ordinario.
También me lleva de viaje junto con mi hermana a esos días calurosos de primavera; a las risas por entrar atropellándonos a la casa para poder refrescarnos, a los paseos por la calle y a las plazas y parques de mi país.
Simples placeres que se pueden condensar mágicamente en un pequeño vaso... ¡O mejor en uno de litro y medio con poca azucar, mucho hielo y el limón exprimido en vez de molido joven!
Feliz #dia48, #317togo
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